Estados de la
materia
En la naturaleza,
la materia se nos presenta en tres estados físicos diferentes: sólido, líquido
y gaseoso. Aunque algunas sustancias, como el agua, pueden existir en los tres
estados, lo normal es que, en su estado natural, cada sustancia aparezca en uno
solo de ellos.
Sólido
Las
partículas que constituyen un sólido están unidas entre sí por fuerzas muy
intensas, de manera que resulta muy difícil separarlas; por ello los sólidos
tienen una forma bien definida. Las
partículas que constituyen un cuerpo sólido están tan próximas entre sí que por
mucha fuerza que hagamos no las podemos acercar más; los sólidos son difíciles
de comprimir, no cambian de volumen. Algunas propiedades de los sólidos se
deben precisamente a la forma y a la fuerza con que están unidas sus
partículas. Estas propiedades son:
La
dureza, o
dificultad para rayar el cuerpo. Por ejemplo, el diamante es mucho más duro que
un trozo de yeso. La fragilidad, o tendencia de un sólido a
romperse sin deformarse. Por ejemplo, el vidrio o el barro cocido son frágiles.
La ductilidad, o facilidad que ofrece un sólido a extenderse
formando hilos. Por ejemplo, el cobre del que están hechos los hilos en el
interior de los cables de la luz. La maleabilidad, o capacidad
que presenta un sólido para extenderse en forma de láminas. Por ejemplo, el oro
y el aluminio son metales muy maleables. La elasticidad, o
tendencia de un sólido a recuperar su forma original tras ser sometido a una
fuerza. Por ejemplo, una cinta de goma o un muelle son muy elásticos. La
flexibilidad, o facilidad de un sólido a doblarse sin romperse. Por
ejemplo, podemos doblar una varita de mimbre o un folio de papel sin que se
rompan. La resistencia, o capacidad de un sólido para soportar
pesos sin romperse. Por ejemplo, las casas se hacen con vigas de hierro o de
hormigón, que soportan el peso de muros y techos.
Líquido
Los líquidos
no tienen forma propia, sino que adoptan la forma del recipiente que los
contiene. Las partículas que constituyen los líquidos están más alejadas entre
sí que en los sólidos, pero esta distancia no se puede hacer menor; por ello el
volumen de un líquido no cambia, es decir, los líquidos tienen volumen
constante.
Gaseoso
Las
partículas que forman los gases están unidas por fuerzas muy débiles. Debido a
ello, los gases carecen de forma y volumen propios, adoptan la forma y tienden
a ocupar todo el volumen del recipiente que los contiene. Si al inflar un
globo, no paramos de soplar, llegará un momento en que la presión sea tan
grande que lo reviente, expandiéndose el aire de su interior. Las partículas
que constituyen un cuerpo sólido están tan próximas entre sí que por mucha
fuerza que hagamos no las podemos acercar más; los sólidos son difíciles de
comprimir, no cambian de volumen. Algunas propiedades de los sólidos se deben
precisamente a la forma y a la fuerza con que están unidas sus partículas.
Estas propiedades son:
La
dureza, o
dificultad para rayar el cuerpo. Por ejemplo, el diamante es mucho más duro que
un trozo de yeso. La fragilidad, o tendencia de un sólido a
romperse sin deformarse. Por ejemplo, el vidrio o el barro cocido son frágiles.
La ductilidad, o facilidad que ofrece un sólido a extenderse
formando hilos. Por ejemplo, el cobre del que están hechos los hilos en el
interior de los cables de la luz. La maleabilidad, o capacidad
que presenta un sólido para extenderse en forma de láminas. Por ejemplo, el oro
y el aluminio son metales muy maleables. La elasticidad, o
tendencia de un sólido a recuperar su forma original tras ser sometido a una
fuerza. Por ejemplo, una cinta de goma o un muelle son muy elásticos. La
flexibilidad, o facilidad de un sólido a doblarse sin romperse. Por ejemplo,
podemos doblar una varita de mimbre o un folio
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